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La espina de Tautina

espinas

la espina

la espina
Quiero quitarme escribiendo
la espina de no escribir
y acabo de descubrir
que conforme hilvano frases
más dentro la voy sintiendo,
más me pincha,
más me incita
aquella espina maldita
que se me clavó escribiendo
y se siente al no escribir.

Sin ataduras

Sin ataduras

Como podéis ver, me marcho de nuevo, esta vez rumbo a aguas más anónimas y libres. 

A lo largo de este periplo bloguero por mis distintas webs he aprendido que siempre llego a un punto en el que mi libertad de expresión desaparece supeditada a normas sociales y morales. Al final, acabo enterrada en una montaña de amigos que me explican pacientemente las razones por las que no debo decir lo que pienso, ni sentir lo que siento, ni ya puestos a corregirme, ser como soy.

Así que aquí os dejo con ellos, queridos desconocidos a los que siempre os importó un pimiento cómo fuera y lo que dijera. Tanto a unos como a otros os echaré de menos, pero no toleraré ningún rastro esta vez, porque valoro muy alto mi libertad de expresión.

Y recordad, si un día topáis con una escritora anónima de un blog cualquiera, que vierte sus tripas en cada escrito y que vulnera la sensibilidad del lector sin ningún pudor, tratadla con cariño y no seáis crueles en vuestros comentarios, podría ser vuestra antigua y siempre tolerada Tautina.

Os quiere.